Hay calles que parecen tener un imán. La Calle Barquillo, en pleno corazón de Chueca, es una de ellas. Entre fachadas históricas y escaparates modernos, un aroma cálido y familiar se cuela entre el bullicio: patata dorándose lentamente, cebolla pochada hasta volverse dulce, huevo cuajándose en ese punto exacto que separa lo correcto de lo sublime. Ese olor te detiene, te hace girar la cabeza y, sin darte cuenta, te lleva hasta una puerta sencilla con un nombre que ya es leyenda: La Martinuca.
De la cocina de casa al templo de la tortilla
La historia de La Martinuca no empieza en un local, sino en una cocina casera. En plena pandemia, cuando Madrid estaba en silencio, sus fundadores rescataron la receta de la abuela Martina y la lanzaron al asfalto madrileño en formato delivery. En menos de dos años, la tortilla de La Martinuca ya competía con las más famosas de la ciudad. El salto al local físico fue inevitable, y así nació El Despacho de Tortillas, en el número 11 de la Calle Barquillo: un espacio que abre de 8:30 a 00:00, donde la tortilla se sirve a cualquier hora, acompañada de café por la mañana o de un buen vino al caer la tarde.
El canon de la tortilla perfecta
No hay secretos imposibles, solo respeto absoluto por el producto y la técnica:
- Patata: de Medina del Campo, con el punto justo de dulzor y textura.
- Cebolla: babosa de Llanos del Caudillo, pochada lentamente (o sin cebolla, para los irreductibles).
- Huevos: de granja, frescos y de yema intensa.
- Aceite: de oliva arbequina, suave y aromático.
- Sal: ecológica de Santa Pola.
El resultado es una tortilla poco hecha, jugosa y adictiva, que se corta y se sirve con esa textura cremosa que hace suspirar a los amantes de la buena cocina.
Más allá de la tortilla
Aunque la estrella es indiscutible, la carta ofrece otros caprichos que merecen mención:
- Bocata de tortilla “yemosa”: pan esponjoso y tortilla que se deshace en la boca.
- Ensaladilla rusa: cremosa, con el punto justo de mayonesa.
- Huevos rellenos: un guiño retro que sabe a sobremesa familiar.
- Platos de temporada: que cambian según el mercado.
- Postres caseros: como la tarta de queso o el flan de huevo.
El ambiente que solo Chueca sabe dar
La Martinuca no es solo un sitio para comer: es un lugar para vivir el barrio. El local es pequeño, con mesas cercanas que invitan a la conversación, y una barra donde se mezclan vecinos de toda la vida con foodies que han cruzado la ciudad para probar la famosa tortilla. Los fines de semana suele haber cola, pero la espera se convierte en parte de la experiencia: un momento para observar el ir y venir de Chueca, escuchar las risas, sentir la energía.
Consejos para disfrutarla al máximo
- Ve pronto si quieres asegurarte de que haya tortilla entera.
- Pide la tuya poco cuajada para vivir la experiencia más auténtica.
- Siéntate en la barra para empaparte del ambiente.
- Combínala con un vino de su carta para un maridaje perfecto.
- No te vayas sin probar al menos uno de sus postres.
Información práctica
Dirección: Calle del Barquillo, 11, 28004 Madrid
Horario: de 8:30 a 00:00
Web: lamartinuca.com
Por qué enamora: Porque La Martinuca no es un sitio de moda que vive de la foto en Instagram. Es un lugar que entiende que la comida es memoria, que un plato puede ser un abrazo y que, a veces, lo más sencillo es lo más difícil de hacer bien. Y aquí lo hacen muy, muy bien.
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