La buena Vida

En una calle que parece sacada de un París soleado —con tiendas elegantes, bares de copas y fachadas que invitan a levantar la vista—, La Buena Vida se esconde sin alardes. No hay neones ni carteles que griten; aquí la llamada es otra: la de quienes saben que dentro se cocina con calma, siguiendo el pulso de las estaciones.

El local es pequeño, acogedor, con ese aire de bistrot que no se improvisa. Mesas de madera, luz cálida y una bodega que ocupa un lugar protagonista, como si quisiera recordarte que aquí el vino no es un acompañante, sino parte de la conversación. Carlos Torres y Elisa Rodríguez, pareja dentro y fuera de la cocina, llevan casi 18 años defendiendo una idea sencilla y a la vez rara en estos tiempos: el culto al producto y a la temporada.

La cocina: estaciones como partitura

La carta no es un documento fijo, sino un cuaderno que se reescribe cada pocos meses. En otoño, setas y caza —con guiños como la cerceta o la becada—; en invierno, trufa negra y verduras de temporada; en primavera, guisantes de lágrima, espárragos y perrechicos; en verano, tomates, bonito y sardinas2. Todo con cocciones breves, limpias, sin artificios: dejar que el producto hable.

No hay fuegos artificiales en el plato, pero sí precisión y respeto. El chipirón de anzuelo a la sartén, el arroz de liebre con trompeta de los muertos o la raya a la mantequilla son ejemplos de esa cocina que no busca impresionar en Instagram, sino en la memoria del paladar.

El ambiente: conversación y pausa

Aquí no se viene a comer deprisa. El ritmo lo marcan las copas que se llenan y vacían, las charlas que se alargan, el ir y venir de platos que parecen llegar en el momento justo. El servicio es discreto, atento, sin prisas ni excesos. Hay algo de resistencia en este modo de hacer: en un barrio donde lo “fashion” se renueva cada temporada, La Buena Vida sigue igual, fiel a su idea.

Un lugar que no se rinde a las modas

Quizá por eso tiene clientela fiel, gente que vuelve porque sabe que aquí encontrará lo que busca: honestidad en el plato, un ambiente cuidado y la sensación de que el tiempo, al menos durante la comida, se ha detenido. No es un restaurante para todos los días, pero sí para esos en los que quieres recordar por qué salir a comer puede ser un acto casi íntimo.

Web: https://restaurantelabuenavida.com/

Telefono: 915313149

Dirección: C. del Conde de Xiquena, 8, Centro, 28004 Madrid

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