Homomonument amsterdam

El Homomonumento y el pulso queer de Ámsterdam

Algunos monumentos están hechos de piedra. Otros, de memoria, protesta y amor.

Con nuestra inauguración de la Gayplomacia (de momento solo disponible en inglés), nuestro proyecto de conectar barrios queer en el mundo, hemos hecho una parada por Amsterdam. En ella, hemos descubierto esta historia, que estamos seguros de que os va a encantar. En el corazón de Ámsterdam, junto al canal Keizersgracht, tres triángulos de granito rosa descansan sobre el suelo. No se alzan sobre la ciudad: se funden con ella. Este es el Homomonumento, el primer memorial público del mundo dedicado a las personas LGBTQ+ perseguidas por su identidad.

Fue inaugurado en 1987, pero su historia comienza mucho antes. Durante décadas, las conmemoraciones oficiales en los Países Bajos ignoraron el sufrimiento de las personas queer durante la Segunda Guerra Mundial. En 1970, dos jóvenes activistas intentaron colocar una corona en la Plaza Dam en honor a las víctimas homosexuales. Fueron arrestados. La corona fue destruida.

Pero la memoria resistió.

En 1979, el activista Bob van Schijndel propuso crear un monumento. La ciudad escuchó. Se convocó un concurso de diseño. La artista Karin Daan ganó con una propuesta poética: tres triángulos —pasado, presente y futuro— que forman uno mayor. Uno apunta hacia la Casa de Ana Frank. Otro se eleva sobre el agua. El tercero es una plataforma para reunirse, protestar y celebrar.

Desde entonces, el Homomonumento se ha convertido en un espacio vivo. Un lugar para llorar, bailar, hablar. Cada 4 de mayo se encienden velas por las víctimas queer de la opresión. El 5 de mayo, Día de la Liberación, se convierte en escenario de alegría. En el Día de la Memoria Trans, acoge el silencio y la solidaridad.

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Un país que se fue abriendo

Los Países Bajos son vistos como pioneros en derechos LGBTQ+. En 2001, se convirtieron en el primer país del mundo en legalizar el matrimonio igualitario. Ámsterdam, con sus canales y adoquines, se volvió un faro para viajeros, artistas y activistas queer.

Pero esta apertura no fue automática. Se construyó —poco a poco, con valentía— por generaciones que se negaron a ser invisibles. Desde los primeros días del COC (la organización LGBTQ+ más antigua del mundo) hasta las celebraciones del Pride actual, la historia queer neerlandesa es una historia de resistencia y reinvención.

Reguliersdwarsstraat, la calle donde viven muchos de los locales LGBTQ+ de Ámsterdam, forma parte de esa historia. No es solo vida nocturna. Es un corredor de conexión —entre pasado y presente, entre locales y visitantes, entre alegría y justicia.

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