chuequeando (2)

Chuequeando

El otro día estábamos hablando acerca de nuestras publicaciones y pensábamos en qué nombre ponerle al botón. Aquí publicaremos todo tipo de contenido, así que blog se nos hacía pequeño, además de aburrido. Por otro lado pensamos en poner la palabra «Magazine», pero también se nos hacía extraño para lo que estas publicaciones contendrían. Y entonces a alguien se le ocurrió ¿»Y qué tal Chuequeando?». Y de repente, todos estábamos de acuerdo. Una buena idea barrió todo el diálogo como esa arena de playa que te queda en el piso cuando vienes de vacaciones. No te voy a contar la historia de un botón, no es mi intención. Sin embargo, sí me resulta interesante hablar del verbo: Chuequear. Pensando en esa conversación de mensajes de texto.

¿Qué haces? Pues aquí, Chuequeando. ¿Te vienes?

Chueca tiene algo que lo hace especial. No es nada en concreto, es todo en general. Uno puede dejarse caer por las calles y simplemente dejar que la vida suceda. Conectarse a la energía del sitio y crear nuevas historias para uno mismo. Coges un libro, te sientas en una terraza. O simplemente te sientas a observar. Sé que quizás es demasiado cursi lo que estoy diciendo. Realmente sólo busco transmitir a aquellos que son capaces de entenderme. Y si no lo crees, hagamos una comparación con otras atmósferas. Chueca no es un PAU de casas bonitas y calles sin alma, donde percibes que todo está hecho. Recorres sus calles y se sienten diferentes, como si hubiese un guion escrito en el que no sales en ningún capítulo. Tampoco es un barrio financiero, de esos de ropa ejecutiva tarjeta al cuello y ensalada de sobre que se come en unas escaleras mientras miras tu teléfono. Tampoco es ese barrio que es bonito, pero que no tiene forma. Donde la percibes que la gente en el fondo no quiere estar ahí y que las calles son sólo esas líneas que unen el punto A con el punto B. Como ese teléfono tan caro con cámara que nunca usas. Me gustaría poder explicarlo mejor, pero es tan abstracto que no puedo y tan real, que lo descubres por ti mismo una vez estás aquí.

Aquí sabes que la gente quiere estar. No es nada forzado, es esa vibración que resuena en las personas que ves por la calle. La gente de Chueca, está en Chueca. La gente de fuera, viene para vivirlo. En Chueca sales de tu portal y sigues en casa. Y como dije, no es nada en concreto. No es el café en la terraza, ni la esquina mágica, ni el comercio que coloca plantas aunque no «sean necesarias», ni esa comida que templa el alma. Por eso es es un verbo en sí mismo: Chuequear. Chueca está ocurriendo y tu vienes a aportar tu parte, a Chuequear. A hacer las cosas que sólo aquí ocurren. Porque seamos claros: puedes leer un libro en cualquier parte, puedes tomar un café en cualquier lugar. Pero, por ese motivo que ninguno podemos explicar, quieres hacerlo aquí. Quieres sumar la energía de este lugar a tu actividad para llevarte ese resultado puesto, como si llevases un vestido precioso.

Siento ser así de cursi, pero Chueca es un verbo.

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